Ricardo III fue la primera tragedia y uno de los grandes éxitos de Shakespeare desde su estreno -junto a Hamlet y Romeo y Julieta- convirtiéndose en una de sus obras más representadas. Shakespeare se basó literalmente en una obra escrita por Tomas Moro sobre la historia del rey Ricardo III, en tiempos de la guerra civil inglesa o Guerra de las Dos Rosas, que enfrentara a las dos familias más importantes del reino: los Lancaster y los York, que luchaban por el poder absoluto del gobierno de Inglaterra. Ricardo III es la historia escalofriante de un auténtico criminal, de un psicópata, quien, para conquistar el poder, asesina -sin remordimiento alguno- a sus seres más cercanos. Se trata de una obra que disecciona con precisión extrema la ambición, el anhelo de poder, y cómo tal anhelo puede llegar a corromper hasta la última fibra del alma. En Ricardo III el personaje principal nos anuncia una y otra vez sus planes, nos convierte en sus confidentes, nos habla constantemente al oído. Ricardo funciona en la obra de dos modos: como personaje y como coro griego. Nos hace, en cierto modo, cómplices y "voyeurs" de sus crímenes. La implicación es tan poderosa como lo es el rechazo que nos embarga ante semejante individuo, que aparece como una fuerza primitiva, de una sola pieza, terrible, tal como los personajes de las tragedias griegas. De esa misma fuerza dramática resultan los cuatro personajes femeninos: Lady Ana, viuda y nuera de dos de las víctimas de Ricardo, que será seducida y luego abandonada y asesinada por él; la Reina Margarita, viuda y madre de esas mismas víctimas, cuyas maldiciones acompañarán a todos los personajes de la obra, cual si de una Erinia se tratara; la duquesa, madre de Ricardo, que también maldice al fruto de su vientre, y la reina Isabel, a cuyos hermanos e hijos asesina, y a quien llega a pedir la mano de su hija en el colmo de la ignominia.