En el Coloquio de los perros encontramos un sujeto donde los protagonistas son dos perros que dialogan entre sí. El testimonio de este inusual diálogo llega a nuestras manos gracias a un enfermo que, recluido en el hospital, escucha la conversación entre los canes. El Coloquio se convierte en un descarnado y valioso retrato ético, religioso, social y artístico del Barroco español. Nuestra adaptación incluye un fragmento de El casamiento engañoso, novela articulada orgánicamente al Coloquio. Elaboramos una puesta en escena metateatral, protagonizada por dos actrices que interpretan los papeles de Cipión y Berganza. La influencia de Cervantes en la literatura, el arte y las humanidades es inconmensurable; particularmente el Coloquio guarda un curioso vínculo con Sigmund Freud: el célebre creador de la teoría del psicoanálisis, utilizó a Cipión como primer seudónimo en su correspondencia. Freud consideró este diálogo como un modelo excepcional de la relación entre el terapeuta y el paciente; el espectador se percatará de cómo Cipión conduce el relato de Berganza, evitando disgregaciones, distracciones y blasfemias. Cipión maneja el tiempo, mantiene el sosiego de su interlocutor, dota de un contexto literario e histórico a las confesiones, e incluso expía las culpas de su amigo. Nuestra adaptación delColoquio de los perros privilegia este enfoque, entendiendo que Berganza es un perro confundido por un sinnúmero de experiencias traumáticas, padecidas con sus amos, y que trata de comprender las más profundas contradicciones de la especie humana. Con Cervantes nos enfrentamos a un material genuino, complejo y, debido a su extensión, imposible de adaptar. Por ello, hemos tomado importantes decisiones: uno de los presupuestos de la puesta en escena es limitar el uso de la palabra; el diálogo entre Cipión y Berganza es alternado con la construcción de atmósfera y acciones, que permiten contar la vida de la protagonista con sus diferentes amos. Estas imágenes son comentadas después por los perros, en una estructura similar a la promulgada por el compositor Richard Wagner, en el que lo expresado en la imagen no se cuenta con palabras y viceversa. En cada uno de los episodios hemos tomado libertades interpretativas, modificando los relatos para poder adaptar las historias a un lenguaje visual y realizado por pocos actores. Con vestuario y escenografía del maestro Pedro Ruiz, y música original del maestro Pablo Gutiérrez, los actores desfilan por un sinnúmero de papeles, lo que convierte la puesta en escena en un versátil juego. La novela articula magistralmente varias de las obsesiones cervantinas: la difícil relación entre los poetas y los actores, la germanía (o vida de los bajos mundos), la gitanería y una desidealización de la vida rural. Berganza es un perro que se introduce en un sinnúmero de actividades como el comercio, la justicia, el pastoreo, la brujería y el teatro. La novela tiene por excelencia la mirada escéptica de Cervantes frente a su siglo. El proyecto para realizar la adaptación y puesta en escena del Coloquio de los perros, fue merecedor de la beca de ESTÍMULOS PARA LA CREACIÓN ARTÍSTICA, de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Valle en el 2011, y su estreno coincidió con la celebración de los 400 años de la primera edición de las Novelas ejemplares en el 2013.