En ausencia de sus padres, que se hallan de viaje, Octavio -hijo de Arganta- se ha enamorado perdidamente de Jacinta -joven pobre de origen desconocido con la que se acaba de casar- y Leandro -hijo de Geronte- se ha prometido con Zerbineta -joven egipcia-. Con el regreso de los progenitores, Octavio teme la reacción de su madre al enterarse de su matrimonio y, acuciado por graves problemas pecuniarios, solicita la ayuda de Scapin, criado de Leandro, para sacar dinero a su madre; pero Scapin no consigue ablandar a la señora a pesar de emplear toda suerte de estrategias. Arganta informa a Geronte de la noticia que ha conocido por una indiscreción de Scapin, y Geronte recrimina severamente a su hijo. Leandro busca a Scapin para vengarse por su traición. Sin embargo, debe abandonar al poco sus intenciones, pues vuelve a necesitar su ayuda, ya que Zerbineta ha sido capturada por unos temibles piratas egipcios y necesita conseguir el dinero para pagar el rescate de su amada. Mediante audaces estrategias, el ingenioso Scapin no tarda en sacar dinero a los dos padres. Pero Scapin quiere además vengarse del viejo Geronte, quien le ha perjudicado; de manera que le hace creer que un pretendido hermano de Jacinta está buscándole, dispuesto a asesinarle para castigarle por haber querido romper su matrimonio. Para librarse de este peligro, Scapin oculta a su ingenua víctima en un saco y le propina una enorme paliza. Scapin habría pagado caras sus artimañas si una sorpresa inesperada no revelase en Jacinta la hija perdida de Geronte, y en Zerbineta, la de Arganta. Tras la noticia, y para librarse de toda represalia, Scapin simula un accidente y consigue el perdón de los padres.