Si en los albores del tercer milenio que vivimos estamos percibiendo un irremediable cambio de época y modelo, cuando se escribió La Celestina, la Edad Media daba paso al Renacimiento con las enormes transformaciones políticas, sociales y económicas que ello supondría. En lo literario, esta obra significa el comienzo del Siglo de Oro y se convertiría en la segunda más importante en lengua castellana. Su influjo en el teatro europeo fue muy notable.
Nunca antes se habían dibujado hombres, acciones, tiempos y lugares con tanta fidelidad a la vida real como en la Tragicomedia. Pero al tiempo, Rojas rehúye el calco de lo cotidiano y busca lo verosímil enriquecido artísticamente. Maneja un instrumento estilístico de múltiples registros. Resulta casi imposible encontrar una obra literaria donde la práctica totalidad de los personajes estén tan perfectamente diseñados y posean tanto vigor y matices. De Celestina -uno de los personajes femeninos cumbres de la literatura mundial y el más importante de la nuestra- se han escrito ríos de tinta; hay un aspecto muy destacable, como es la forma decidida en que alienta el enfrentamiento entre clases; a la vez que defiende el pacto entre los marginados, tanto por amistad como para defenderse mejor de los poderosos. A la postre, no obstante, su norma única de conducta será el propio interés, acorde con la exaltación del individualismo, tan presente en la obra.
Destaca, de igual modo, por su modernidad la figura de una Melibea rebelde, insumisa y lúcida, presa de una pasión arrolladora que nada tiene que ver con las doctrinas del amor cortés o de las buenas costumbres feudales o burguesas. Una figura que durante siglos se ha querido disfrazar de ingenuidad meliflua y falta de personalidad, más convenientes para la visión conservadora de la mujer.
Ricardo Iniesta
Director