Un hombre en el umbral de su vida sueña ser Baltasar, rey bíblico descendiente de Nabucodonosor, quien desafió a los dioses e impulsó la construcción de la torre de Babel. Baltasar invita a doce comensales a una cena muy especial en compañía de su Vanidad, su Idolatría y su Pensamiento: jóvenes alegorías, vitales y humanas, que le reconfortan y adulan. Pero a la cena asiste también Daniel, un profeta joven, que le recordará a Baltasar que es mortal y que debe abrazar a Dios antes de morir.
¿Por qué ver este auto sacramental hoy? Se trata de un acercamiento al género del auto sacramental, explotando sus virtudes (espectáculo, discurso religioso/profano, música en directo, espacio sagrado, personajes alegóricos, etc.) pero invirtiendo la relación del espectador con la representación, que en nuestra puesta se verá inmerso dentro de la pieza, no separado, ni en un nivel inferior, sino como un participante más de la acción dramática. Por otra parte, hemos actualizado los temas expuestos por Calderón: el conflicto de Baltasar entre sus partes terrenales y divinas, el contacto con la muerte, los límites de la libertad del hombre, etc., pero hemos encerrado a Baltasar en un cuerpo enfermo, viejo y disfuncional, dependiente de sus partes alegóricas. Todas ellas (incluyendo a Daniel, el profeta) representaciones de una juventud perdida y anhelada. La decisión que tomará Baltasar durante la cena comprometerá la presencia de todos, incluida la del público, y hasta el propio transcurso del auto.
Al término de la función se servirá un aperitivo compartido con el elenco actoral.