El mercader de Venecia es de esa clase de obras que han cambiado, para el espectador, según los tiempos y realidades que han rodeado a los comediantes que las representaban en cada época. De tal manera, esta comedia romántica puede ser leída como una tragedia, ya que contiene dos historias que se entrelazan pero que son tan independientes como los dos lugares que las albergan: Venecia y Belmont.
Tras un siglo de acontecimientos determinantes, sus temas quedan a merced de lo delicado que resulta llevar la figura del judío a escena. Supongo que es inevitable, aunque también resulta injusto que la oscuridad de temas como la venganza y la crueldad anule la belleza del compromiso, el sacrificio, la lealtad, la fraternidad, la clemencia o el amor.
Una vez más, hemos tratado de hacer esta gran obra lo más nuestra posible, para que, de alguna manera, al representarla, sea también algo de ustedes.