Maquiavelo escribió El príncipe en 1513. Cinco siglos después sus palabras siguen absolutamente vigentes. ¿No es aterrador pensar que, pase el tiempo que pase, las reglas del poder son siempre las mismas? En estos momentos de convulsión política, de mentiras, de corrupción, de abusos, echar una mirada al pasado nos puede ayudar a comprender mejor el presente. La clarividencia del análisis de Maquiavelo deja patente, una vez más, que el ejercicio del poder necesita de maniobras y decisiones que no siempre son éticamente afortunadas, pero ¿podríamos vivir sin ellas? Un fascinante debate que tengo la fortuna de trasladar a las tablas del teatro encarnado por Fernando Cayo. Un espectáculo que no debe dejar indiferente a ningún ciudadano que dependa de las decisiones de sus gobernantes. Claro que, si lo pensamos un instante ¿hay alguno que no dependa de eso?
El príncipe de Maquiavelo se compone de fragmentos de las obras El príncipe, Discursos sobre la primera década de Tito Livio y Del arte de la guerra, así como de la correspondencia personal de Nicolás Maquiavelo.