Asumir el reto de llevar a escena El Criticón es un objetivo tan estimulante como complejo. Un reto que surge de una premisa: pensar que esa época no es tan distinta a la nuestra y que su pensamiento, y por tanto su literatura, nos desvelan no sólo la realidad de entonces sino también la nuestra. Después de habernos embarcado con la puesta en escena de una obra poco conocida de Lope de Vega como La vengadora de las mujeres, de haber sabido convertir en lenguaje teatral El Buscón de Quevedo (trasladado como monólogo) o El licenciado Vidriera de Cervantes, (contado como ñaque de dos actores), y después de reformular La vida es sueño de Calderón, tampoco es tan extraño que nos dé ahora el delirio de reescribir otra de las obras cumbres del barroco, la célebre novela de Gracián, para ponerla en escena. Quizás también porque sentimos el empecinamiento de Gracián como nuestro, y nos reímos con ese sentido del humor. Quizás también porque las alegorías de Gracián nos enlazan con los caprichos de Goya y el surrealismo de Buñuel. Y sentimos que todos ellos nos describen la realidad escapando de ella y son clarividentes en la crítica, permitiéndose la fantasía y el delirio. Alucinemos, pues, y pensemos que Baltasar escribe para el hoy, para que cabalguemos con sus imágenes como refugiados contemporáneos que contemplan una sociedad decadente y tremebunda que debe ser denunciada desde la modesta tribuna de un escenario.
Critilo: José Luis Esteban
Andrenio: Alfonso Palomares
Salastano: Félix Martín
Virtelia: Minerva Arbués
Egenio: Francisco Fraguas
Volusia: Encarni Corrales
Argos: Yesus Bazaan
Músico: Gonso Alonso
Dirección: Carlos Martín
Dramaturgia: Alfonso Plou,
José Luis Esteban y Carlos Martín
Producción: María López Insausti
Escenografía: Tomás Ruata
Iluminación: Tatoño Perales
Vestuario: Ana Sanagustín
Caracterización: Langas Estilistas
Música: Gonso Alonso
Fotografía: Marcos Cebrián
Diseño Gráfico: Línea Diseño
Equipo de producción: Pilar Mayor y Alba Moliner
Técnico en gira: Antonio Fdez. Garza